Escrito por: Carlos Lopez Vento 🇵🇪
Carlos Lopez Vento standing in front of Montgomery College in Rockville, Maryland on
10/21/2023 (image courtesy of Carlos Lopez Vento)
Ser un estudiante transferido fue un paso muy importante y uno muy diferente en mi vida. De pasar de una universidad comunitaria a una universidad pública puede ser una transición no tan común para un estudiante inmigrante que no tiene el inglés como primer idioma. Esta aventura ha sido una nueva experiencia extravagante que a su vez trajo momentos que me marcaron, como también momentos de superación que me llevaron a no solo adaptarse al sistema, sino también mejorar como persona.
Un poco de mi historia es que yo nací y me crié en Lima, Perú. A los 16 años me mudé a este país con mis padres en busca de mejores oportunidades y un mejor futuro. Atendí a la escuela secundaria, logré graduarme para luego ir a la universidad comunitaria Montgomery College.
Una de las razones por la cual consideré ir a una universidad comunitaria antes de ir a una universidad pública fue por la economía ya que las clases son menos costosas y habría un ahorro significativo para mi y mi familia.
Otra de las razones por la cual consideré ir fue porque no me sentía preparado mentalmente para ir a una universidad pública ya que necesitaba el tiempo necesario para poder pensar y definir qué era lo que quería estudiar y enfocarme para mi carrera profesional.
Mi experiencia en una universidad comunitaria puedo definirla en una sola palabra; efectiva. La universidad comunitaria fue el puente perfecto entre la escuela secundaria y la universidad pública. Cuando el estudiante se gradúa de la escuela secundaria, en muchos casos la transición directa a una universidad pública puede afectar su desempeño académico e inclusive personal ya que no hay algo en especifico que los prepare para esto. Sin embargo, es lo que pude ver en la universidad comunitaria, es la preparación directa y una efectiva introducción al mundo universitario.
Tuve muchas barreras como el idioma y el adaptarme al sistema universitario. Sin embargo, esta universidad me dio la oportunidad de no solo mejorar mi nivel de inglés a través de las clases o grupos sociales que pude formar en el camino, sino también el poder experimentar y descubrir qué es lo que me apasiona a través de las cursos generales o cursos que se enfocan específicamente en esa área.
Las escuelas comunitarias ofrecen diferentes tipos de recursos y oportunidades que el estudiante pueda requerir. En mi segundo año tuve la oportunidad de trabajar como un asistente estudiantil para el área de finanzas de la universidad. Esta experiencia no solo me dio una perspectiva de cómo se trabaja en un área profesional, sino que me ayudó también a descubrir qué era lo que me apasionaba y me gusta que era la programación y manejo de la información. Esta experiencia me ayudó a elegir mi carrera universitaria que hoy en día es ciencias de la información.
He notado que se hace muy frecuente la idea de que cuando un estudiante termina la escuela secundaria tienen que saber ya cuál será su carrera universitaria. Sin embargo, yo no creo en eso.
Empecé la universidad comunitaria en la carrera de estudios generales. Luego me cambié a ingeniería computacional, para finalmente escoger la carrera en la que estoy ahora. No siempre tienes que tener decidida tu carrera universitaria para empezar la universidad ya que en el transcurso puedes ir descubriendo o viendo otras carreras que te puedan interesar.
Los asesores y consejeros también fueron pieza fundamental para poder elegir la universidad y poder transferir mis créditos adecuadamente. Programas como el Maryland Transfer Advantage Program (MTAP) o el Terp Transfer Partnership (TTP) facilitaron el proceso de transferencia a UMD y con muchos beneficios incluidos como garantizar tu inscripción o poder registrarse a clases de verano o de invierno mientras sigues en la universidad comunitaria.
Cuando llegué a UMD, los primeros días fueron algo complicados. Pase desde perderme en los pasillos buscando donde estaban mis clases ya que el campus era inmenso, o tratar de familiarizarme con el campus y averiguar donde quedaba cada cosa. Y es que, la transición de moverte de una escuela comunitaria a una universidad de cuatro años puede ser un poco chocante y nuevo al comienzo.
Pasar de las clases que habían aproximadamente 20 o 30 estudiantes, a clases con más de 100 estudiantes, es una experiencia nueva y el adaptarse puede no ser tan fácil como aparenta.
Transferirse a una nueva universidad significa empezar desde casi cero. Yo tenía mis amistades en la escuela comunitaria, pero ya una vez transferido, y con dos años restantes, sentía que estaba solo y que el tener que volver a hacer esos vínculos podría ser algo difícil.
Pero no todo fue complicado. Con el pasar de los días fui descubriendo y adentrándome más a la cultura, diversidad, y servicios que UMD ofrece y tiene.
Algo que puedo destacar de mi experiencia en esta universidad es la gran comunidad latina que hay. Para mi como latino, cuando llegue aquí no tenía ni la mas minima idea que habían bastantes clubes, hermandades, o organizaciones latinas que estaban dispuestas a ayudar y dar la mano a todo tipo de estudiante, así sean estudiantes latinos o de cualquier cultura. Eso me hizo sentir como en casa y que no estaba solo del todo.
Siempre he creído que el hogar no es el lugar, sino las personas que te rodean. Para mi es como una familia y verlo así hace que todo sea más fácil. Para todos aquellos estudiantes latinos que también se transfirieron de otras escuelas, es normal que hayan barreras al tratar de adaptarse o que simplemente el miedo está ahí.
Yo también tuve miedo por haber sido una experiencia totalmente nueva. Pero los miedos están hechos para ser vencidos y demostrar el porqué hemos llegado hasta aquí y de lo que podemos dar para el futuro.
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